La nueva ruta de la plata
La pandemia no ha frenado los deseos inversores en Portugal. Los incentivos fiscales hacen que cada vez más los nacionales apuesten -aparte del negocio que se pueda conseguir- por residir en el país vecino.
Ana Sánchez Juárez11.10.2020 – 04:30h
Para hacerse una idea de lo que está pasando en Oporto hay que cruzar el puente de hierro Luis I y observar la ciudad desde la orilla de las bodegas. En el skyline de Oporto se cuentan más de una docena de grúas repartidas por la zona antigua, todavía muy deteriorada y con gran número de inmuebles en estado de abandono. Justo ante la Torre dos Clérigos, el Banco Santander-Totta ha rehabilitado un inmenso edificio universitario.
Por toda la ciudad se suceden las grúas del grupo gallego San José, que desde el número 360 de la Rúa Orfeão do Porto coordina obras públicas y privadas en esta ciudad. De la escuela de Secundaria Gondomar a los hoteles Portobay Flores, el H10 Duque de Loulé a la emblemática Torre de Burgo, por nombrar solo algunos proyectos. La capital del norte de Portugal, con cerca de 215.000 habitantes, y 1,6 millones de visitantes al año es un mercado apetitoso para la inversión española.
La socimi Tander invirtió 15 millones en la adquisición de espacios comerciales en la Avenida dos Aliados; Atitlán se hizo por 12 millones con la compra y rehabilitación de un edificio de oficinas; Casual Hotels tiene previsto invertir 25 millones en Oporto y Lisboa; Vinnci operará cuatro unidades en ambas ciudades; y el Ayuntamiento de Oporto anuncia que tiene planes para construir otros 55 hoteles. La Covid-19 no ha frenado nuevos proyectos. A riesgo de convertir la ciudad en un parque temático para el turismo, desplazando cada vez más a la población local fuera del casco antiguo y las orillas del Tajo.
Gustavo Soares, director de Engell & Völkers Oporto, lo apunta: «Hemos notado un interés creciente por parte de los posibles inversores españoles, concretamente en lo que se denomina un área de rehabilitación urbana, que incluye una parte sustancial del área histórica de Oporto». Pero, ¿qué compran los españoles? Desde E&V tienen clara la opción de los nacionales. «El objetivo es comprar edificios antiguos para rehabilitar y así beneficiarse de incentivos fiscales relacionados con la reconstrucción. También ha habido un número creciente de solicitudes de edificios que ya han sido rehabilitados y colocados bajo el concepto de alojamiento local para su posterior rentabilidad en el período post Covid donde se espera un gran retorno de los turistas», apunta el directivo.
Prueba de la confianza en el mercado porteño es que hoteleros españoles siguen apostando por esta ciudad. Por ejemplo, la cadena de hoteles fundada y presidida por Kike Sarasola adquirió a final de mayo su segundo hotel en Portugal. El establecimiento, ubicado en Oporto, pertenecía anteriormente a un fondo internacional gestionado por Caler Advisory y tiene prevista su apertura en 2022.
La intención de Room Mate Hotels es seguir creciendo en el país luso, y espera que a finales de 2021 ya esté operativo su primer hotel en Lisboa que está en fase de construcción por parte de Sete Colinas Real Estate Fund. El nuevo hotel adquirido en Oporto se encuentra ubicado en la Rua Cedofeita, una de las principales calles comerciales de la ciudad portuguesa. Un establecimiento que cuenta con 78 habitaciones, un espectacular jardín con piscina exterior, terraza, sala de banquetes, gimnasio y spa.
Al margen de la pandemia, entidades como MK Premium, dedicada a la gestión activos inmobiliarios, mantiene también su fuerte apuesta por esta ciudad. “En muy poco tiempo hemos conseguido posicionarnos en el mercado inmobiliario luso y son muchos los propietarios de edificios que solicitan nuestros servicios, sobre todo, fincas residenciales de poca altura, pero ubicadas en zonas estratégicas que nos permitirá dar respuesta a la creciente demanda de vivienda”, comenta al respecto Daniel Leiva, socio fundador de MK Premium.
Esta patrimonial de gestión activos inmobiliarios adquirió en pleno verano de 2018 su primer edificio residencial a orillas del Río Duero, por un valor total de 500.000 euros. Se trata de un histórico inmueble de cinco plantas que cuenta con una extensión total de 390 metros cuadrados, a un paso del puente Luis I. Hoy tienen tres.
Gracias a una fuerte política de incentivos fiscales que el país implementó en 2009, muchos españoles se han planteado acompañar estas inversiones de una residencia fiscal en el país luso. Esta migración no ha pasado desapercibida para Hacienda. En España, la Agencia Tributaria ha puesto la lupa sobre los nacionales que han cruzado la frontera. El pasado verano trascendió la apertura de investigaciones para comprobar que esos traslados son reales y se cumplen el requisito de residir al menos 183 días fuera de España. Las pesquisas continuarán este año, ya que el Plan de Control Tributario para el 2020 recoge la persecución de conductas de «simulación de la residencia fiscal fuera del territorio español».